En Puerto Natales, provincia de Última Esperanza, la planta de tratamiento de aguas servidas genera biosólidos ricos en nitrógeno, fósforo y materia orgánica. Lo que antes se veía como un desecho hoy es una oportunidad: al estabilizarlos con cal y aplicarlos en suelos agrícolas degradados, transforman un problema en una solución concreta.
En una de las zonas más australes del mundo, con apenas 400 mm de precipitaciones anuales y suelos de baja fertilidad, este proyecto demuestra que la economía circular puede florecer incluso en condiciones extremas. Los biosólidos aportan nutrientes, mejoran la retención hídrica y devuelven la vida a terrenos erosionados, permitiendo una producción forrajera que antes parecía imposible.
Beneficios ambientales y productivos:
Este proyecto convierte un residuo en un insumo valioso, promoviendo una agricultura más sostenible, reduciendo costos operativos y logísticos. Es un ejemplo de cómo la circularidad puede integrarse en los servicios básicos y extender sus beneficios al mundo rural.
Todos los planes de aplicación de biosólidos son aprobados por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), lo que asegura cumplimiento sanitario, trazabilidad y confianza para la comunidad.
Objetivo principal
Eliminar la disposición de biosólidos en el vertedero de Punta Arenas y lograr que el 100% de los lodos generados en la planta de Puerto Natales se apliquen en suelos agrícolas de la comuna, priorizando sectores degradados con potencial forrajero.
Objetivos complementarios
Resultados Cuantitativos:
Impacto en la comunidad y sostenibilidad:
En una región donde la agricultura es limitada y costosa, este proyecto abre una nueva oportunidad: producir forraje localmente, de manera sostenible y a menor costo, mejorando la seguridad alimentaria del ganado y aportando resiliencia frente al cambio climático.
Con ello, Última Esperanza no solo gestiona de manera más eficiente sus residuos, sino que se convierte en un referente de cómo la innovación ambiental puede transformar la vida productiva de comunidades apartadas.
El 100% de los biosólidos de la planta (aprox. 1.000 toneladas en base seca al año) ya son dispuestos en terrenos agrícolas forrajeros.
Recuperación de 10 hectáreas por año.
Se incrementó en un 50% la producción forrajera, alcanzando rendimientos de 20–25 bolos de heno por hectárea (650–700 kg cada uno) sin necesidad de fertilizantes químicos como complemento para mejorar el suelo. Se debe considerar que los campos de la región de Magallanes y la Antártica Chilena no se caracterizan por la producción de materia seca derivada de empastadas.
Una tesis de grado de la Universidad de Magallanes demostró que los suelos tratados con biosólidos duplican su rendimiento respecto de los que no lo reciben, confirmando los resultados en terreno.
Información complementaria:
Tesis de grado que avala los resultados